Paginas(:

jueves, 7 de octubre de 2010

1.2 Caza vampiros

El teléfono sonó y lo cogió rápidamente, estaba esperando una llamada importante.
-¿Sí?
Silencio. La otra persona estaba hablando.
-Vince, ¿has encontrado algo?-Izan escuchó atentamente-. De acuerdo, me pondré en ello. Te espero donde siempre a las 12. Nos vemos.
Estaba estupefacta. ¡No había conseguido oír a ese tal Vince! Pero si soy una vampira... ¡si tengo mejor oído que cualquier otro ser!
Era la primera vez que me pasaba y no daba crédito, entonces era verdad, Izan realmente era un caza vampiros y sus métodos surtían efecto...
-Mi padre cree que fue un vampiro recién “despertado” el que provocó toda esa destrucción y muerte en la ciudad. –me había contado Izan-, su odio por esas criaturas le llevo a convertirse en “un justiciero”, un caza vampiros. No quería que hubiera más muertes innecesarias, y me instruyó.
Me enseñó que los vampiros no mataban a sus víctimas chupándoles la sangre, sino que iban a por ciertas personas con el carácter que a ellos les gustaba.
Lo sabían porque esa persona les atraía, no un vínculo sentimental, sino una especie de deseo... Aunque eso puede no aparecer hasta pasado un siglo o dos. Y nuestro deber era eliminar a esos vampiros, los “primerizos”, por distinguirlos de alguna forma. Los “primerizos” tienen que matar y chupar la sangre para alimentarse.
 Las personas mordidas simplemente se desmayaban durante un tiempo. Pero los primerizos las debían de matar, o bien porque sino no se satisfacía su sed o bien porque una vez que empezaban no podían controlarse...
«Entonces si él se entera de que soy una primeriza... me matará... Es la primera persona que no se acerca a mí por interés propio... Pero si me acerco a él... ¡Ag! Todo es tan complicado.» pensé.
-Algo tengo que hacer, debo alejarle de mí de algún modo, pero él es diferente, y no creo que se resigne y se aleje de mí así como así... -reflexioné detenidamente. Algo tendría que hacer, pero antes querría averiguar de qué se trataba esa llamada que ni siquiera yo pude oír.
Salí de la habitación por la ventana y seguí el rastro del olor de Izan. Me llevó hacia una calle oscura con un pasadizo; que conducía al metro, ya abandonado.
«Tendré que ir con cuidado, podrían cogerme»
Yo vestía una capa negra con capucha, unos vaqueros, una blusa oscura y unas botas negras para que no me reconocieran. Desde mi posición, no podía oír las voces de Izan y el tal Vince. Me pareció raro, pero aun así me acerqué más y me asomé a mirar con cautela. Vi a un chico con el pelo castaño claro, de ojos azules verdosos, alto y fuerte; sin duda, era Izan. A su lado estaba un chico con los ojos verdes y el pelo negro largo hasta la mitad de la espalda, recogido en una elegante coleta.
Me volví a esconder rápidamente. Seguía sin oír nada.

~
Vince olisqueó el aire y se le disolvieron las lentillas, sus ojos volvieron a ser carmesíes.
  -¿Qué ocurre Vince?-preguntó.
-Izan, hay un primerizo aquí cerca, escondido.
  -¿Qué? ¿Dónde?-preguntó el aludido.
-Desde aquí no lo sé. Pero está muy cerca. Buen trabajo, no ha conseguido romper tu barrera.
  -¡Hay que darse prisa! Tengo que atraparlo...-dijo Izan.
-Tienes suerte de tener un vampiro experimentado a tu lado, Izan.-bromeó Vince.
  -No es momento de tonterías, ¡ya!
Izan rompió su barrera y los dos se abalanzaron hacia mi posición.
~
Escuché un ruido amortiguado y me puse en guardia. Antes de darme cuenta tenía a un vampiro de ojos carmesíes delante.
-Te pillé.-se mofó Vince, con una sonrisita.
-Vince, cógela.-le ordenó Izan.
Eché a correr como solo los vampiros sabemos. No había peligro de que nos vieran, la gente vería un borrón y antes de darse cuenta ya habría desaparecido.
Maldecía entre dientes mientras corría todo cuanto podía, Vince era muy rápido y sorprendentemente Izan también, que nos seguía. Entonces lo comprendí: las botas de Izan tenían un dispositivo.
Hice un movimiento que Vince no pudo predecir: me desvié, le quité las botas a Izan y las tiré lo más lejos que pude con mi fuera titánica de vampira y volví a correr. Todo eso en 3 segundos.
En cuanto avisté el mar me lancé y buceé, una cosa buena de ser vampiro es que no te tienes que preocupar de coger aire cuando buceas y puedes estar todo lo que quieras bajo agua.
Ellos se resignaron y se alejaron, Izan volvió a crear su extraña barrera invisible y un rato después salí del agua, en dirección a la playa.
Esperé sobre una enorme roca hasta que me sequé. Recordé a Vince, con sus ojos carmesíes, y pensé: dentro de dos siglos yo tendré esos ojos aunque alomejor son como los de Derek, o plateados... Aunque hay casos especiales en los que son de color violeta...
Miré el reflejo del agua y pude ver mis ojos, de color miel. Me observé, mi perfecto rostro, mis largas pestañas, mi cabello rubio platino que me caía en cascada hasta la cintura... al menos eso lo conservaría, aunque estuviera cambiada.
Arrojé mis vestiduras negras lo más lejos que pude y las perdí de vista en el horizonte. Me quedé con un vestido azul oscuro de seda. Seguí pensando, mientras observaba la luna, que tenía forma de C.

-¿Nessa?
Me sobresalté. No me gustaba la idea de no poder oír cuando llegaba alguien, y también me molestó estar tan perdida en mis pensamientos para no sentir la presencia de quien se acercaba.
-Derek-dije con aparente serenidad.
Derek Alden era mi “hermano”, otro vampiro acogido. A diferencia de mí, él llevaba un año con los Alden: Regina y Henry, nuestros “padres”. Yo llevaba medio año. A parte de nosotros había otra chica que llegó hace dos semanas. Emily, ella tenía 12 años.
Derek se sentó a mi lado, observando la luna.
-Caza vampiros de los buenos, ¿eh?-soltó él.
-Sí-respondí secamente.
-Vaya, vaya-comentó-, y no te han pillado, increíble.
-Yo no soy una inútil. Deberías de saberlo ya-le espeté.
-Ya veo...-dijo él con un tono diferente-, supongo que tú eres diferente, ¿no?
Le miré extrañada y vi que me contemplaba fijamente, mirándome a los ojos. Su cabello plateado lanzaba destellos con la débil luz de luna y sus ojos ambarinos tenían un brillo extraño. Sostuvimos la mirada durante unos segundos que me parecieron eternos. Si mi corazón no se hubiera parado hace tiempo, ahora me latiría alocadamente.
-Me pregunto si...-empezó a decir, sin dejar de mirarme a los ojos.
-¿Si...?-le urgí, todavía extrañada. Desvié la mirada hacia la luna y noté sus ojos clavados en mí.
-No, nada... Vuelve pronto-me dijo, y desvió la mirada mientras sonreía.
Se levantó lentamente y me puso la mano en el pelo mientras me susurraba:
-No llegues tarde, Emily quiere verte. Cosas de chicas, supongo.
Finalmente se marchó, sabía que seguía con ese brillo extraño en los ojos y esa extraña sonrisa que yo no había visto nunca.
Me levanté y paseé, tenía tiempo de sobra.
-Bonita noche, ¿verdad? –me sobresalté al escuchar una voz detrás mía.
Me giré rápidamente. Izan.
-¡Uf! ¡Imbécil me has asustado! –le reproché.
Él se echó a reír y me hizo un gesto con la mano, invitándome a dar un paseo. Yo le seguí.
Fuimos caminando hacia el campo de golf, que estaba cerca de la linde del bosque.
-¿Qué haces por aquí a estas horas? –me preguntó.
-Bueno eso también te lo podría preguntar yo a ti. –le dije sonriendo.
-Ah, pero yo si te lo digo. He estado de caza.
-Ah... –farfullé-. Pues yo... estaba desvelada y salí a pasear.
-Vaya, así que te gusta hacer paseos nocturnos... ¿No esperarás a tu novio? –bromeó.
-Já, muy gracioso, pero no tengo novio.
-¿Eh? Creía que tenías, aunque eso te lo decía de coña.
-Pues ya ves, así está la vida.
A los dos nos entró la risa, y él se resbaló con una piedra suelta. Yo me eché a reír.
-Cuidado con las piedras. –me burlé.
-Si, tu ríete graciosilla. –masculló él, aguantándose la risa.

Él estaba todavía en el suelo, y me tiró de una pierna. Me caí, pero conseguí agarrarle y los dos rodamos colina abajo. Cuando conseguimos parar nos sentamos a hablar de tonterías.
Entonces, sin previo aviso, se pusieron en marcha los periquitos, mojándonos.
-¡Tu culpa! –exclamé, intentando apartarme del agua sin éxito.
-¡No haberte reído! –dijo él con una sonrisa burlona.
-¡Pero suéltame tonto! ¡Que me estás mojando entera! –exclamé.
-A lo mejor quiero verte así mojadita, argg –bromeó él. Le di una colleja y nos volvimos a reír.
De golpe me puse alerta al sentir una presencia acercándose, estaba lejos, pero venía. Era un vampiro.
- Izan tengo que irme ya... Nos vemos mañana, es que se me ha hecho tarde. –le mentí. Él me soltó y se despidió. Yo eché a correr, el vampiro que percibí seguramente sería Vince y me reconocería...



© Copyright  2010  Laurii. Todos los derechos reservados

sábado, 2 de octubre de 2010

1.1 El Pasado




-Chicos os presento a un nuevo estudiante, espero que le tratéis bien y...-la profesora siguió hablando.
No me molesté en escuchar... ¿para qué? De todas formas nada iba a cambiar...
Sonó el timbre y salí segundos antes que todos los demás, agradecía tener tan buen oído. Me dirigí donde siempre; al aula de música, en lugar de ir al recreo y comer, como los demás.
Siempre estaba sola, nunca hablaba con nadie, y solía pasarme el día ensimismada en mis pensamientos. Aun así sacaba muy buenas notas, tenía una gran memoria. Vanessa Alden, ésa era yo. Al principio todos se acercaban a mí, sobre todos los chicos, pero yo sabía que ellos no buscaban simple amistad... Me consideran una chica bella y sencilla, pero indiferente y distinguida. Yo no quería que la gente peligrara por estar conmigo, así que preferí sumirme en la soledad. La gente me considera una rara, por estar siempre sola (a pesar de que podría ser muy popular), nunca salir al recreo, saltarme la clase de gimnasia por una “enfermedad” según el “médico” y por ser tan fría con los demás.
Seguí caminando silenciosamente y sumida en mis pensamientos a través del oscuro y frío pasillo, era irónico, un alma oscura y fría en un lugar oscuro y frío; eso claro, contando que un monstruo como yo tuviera alma...
« Cuando los Alden me encontraron, yo ya había “despertado”, provoqué una masacre, acabé con un pueblo entero, Saint Vincent. Era un pueblo apartado, en las montañas. Tuve la suerte de que sólo sus habitantes conocían la existencia del pueblo. Yo era una chica más, con un grupo de amigos normales, con familia normal que vivía en una casa normal. Pero entonces, ocurrió todo...
Primero empecé a ver borroso y al cabo de unas horas empecé a ver con una claridad impresionante, muchísimo mejor que mi vista normal de antes. Luego, comencé a oír mucho mejor; si me concentraba, desde mi casa podía escuchar las afueras del pueblo con total claridad. El final fue peor, sentí una quemazón en la garganta y un gran dolor de cabeza, escuchaba "voces". Mi mayor error fue salir corriendo hacia la plaza central, a buscar a mis padres que se encontraban ahí.
No lo pude controlar... una nube roja cegó mis pensamientos y no pude parar: destruir, matar y luego absorber la sangre...
Acabé con todo mi pueblo y sus habitantes, entonces la nube roja desapareció y me calmé. En ese momento pude razonar y me di cuenta de lo que había hecho... Acabé con mi familia, mis amigos, mi gente. Me derrumbé. ¿Cómo he podido hacer esto? ¿En qué clase de monstruo me he convertido?
Estaba sola, y todo por mi culpa. En ese momento, estaba dispuesta a matarme. Pero llegaron los Alden, me dijeron que me ayudarían, que sabían lo que pasaba y que sentían no haber llegado antes, ya que si lo hubieran hecho nada de eso habría pasado.
-¿Cómo te llamas?-preguntó el señor Alden.

-Nessa, es decir... Vanessa.
-Bien, ¿deseas venir con nosotros?-me ofreció la señora Alden-. Podríamos ayudarte, enseñarte a controlarte y ofrecerte una nueva oportunidad.
Yo accedí a irme con ellos, ¿que otra cosa podía hacer?, no esperaba comprensión, es más, deseaba que ellos me dieran un castigo doloroso, deseaba sufrir. »

Desde entonces había cambiado mucho, tanto en aspecto como en la forma de pensar, en todo.
Al final llegué al aula, me aclaré la garganta y fui en dirección al piano. Comencé a tocar una triste melodía, que de alguna manera me hacía sentir mejor y me identificaba un poco con ella y canté: 
“Miro hacia el cielo,
frío y oscuro.
Enfrentándome a la adversidad.
Nace hielo en mi corazón.
Veo caer la nieve,
desde mi ventana.
Nada que hacer,
esto no se puede arreglar.
Intento escapar pero no hay forma,
este corazón hace tiempo que dejó de latir.
A pesar del tiempo que pasó,
la soledad me persigue aún.
No sé todavía quién soy,
no me consigo encontrar.
Veo caer la nieve,
desde mi ventana.
Nada que hacer,
esto no se puede arreglar.
Intento escapar pero no hay forma,
este corazón hace tiempo que dejó de latir.
Siento el frío rozándome la piel,
el hielo roto sigue cubriendo mi corazón.
Y no sé cómo voy a seguir de esta forma,
pero tampoco sé cómo puedo terminar...
Veo caer la nieve,
desde mi ventana.
Nada que hacer,
esto no se puede arreglar.
Intento escapar pero no hay forma,
este corazón hace tiempo que dejó de latir.
La tormenta me recuerda al interior
de mi triste corazón.

Encerrado en soledad,
sin nadie en quien poder confiar.
Sólo secretos inconfesables, nada más...
Aunque quisiera gritarlo todo
no me puedo liberar...
Veo caer la nieve,
desde mi ventana.
Nada que hacer,
esto no se puede arreglar.
Intento escapar pero no hay forma,
este corazón hace tiempo que dejó de latir.
En las sombras de la noche,
en el frío del invierno.
Veo caer la nieve desde mi ventana...
Y no hay nada que hacer...
Este corazón hace tiempo que dejó de latir.”

Volví a suspirar y me dirigí hacia la puerta. Me encontré a un chico apoyado allí; mirándome, ¿cómo es que no le había oído?
-¿Quién eres y qué haces aquí?-le pregunté fríamente.
-El rollo de chica dura no te pega mucho, pero te favorece. Por cierto, cantas muy bien -le lancé una mirada enfadada y él sonrió-. Soy Izan Creek. Aunque como me han acogido mi apellido de ahora es Steele.
Me quedé de piedra... ¡Creek! Controlé mi expresión y seguí cavilando; mi interior estaba gritando.
Él también había cambiado mucho, demasiado. Era de mi antiguo pueblo... un superviviente al desastre. No podía creerlo...
-Mi padre y yo nos mudamos de un pueblo que fue masacrado y destruido -contó, como si fuera lo más normal del mundo. Yo tragué saliva, debió de creer que lo hacía de la impresión-, mi padre murió hace poco y me acogieron los Steele. Pero mi padre antes de morir dijo que siguiera con lo que él había empezado, la caza de vampiros. Sé que te parecerá ridículo, pero existen, ya he acabado con algunos en compañía de mi padre. Supongo que pensarás que estoy loco por decirte esto, pero espero que me creas.
-Yo... bueno... yo no pienso que estés loco... yo también he...-salí corriendo hacia la puerta-. Hay que volver a clase.
En el instante en el que terminé de hablar sonó el timbre. Eché a correr y me sorprendió mucho que ese chico igualara mi velocidad.
-¿Cómo has...?-empezó a decir Izan.
-Eso no es de tu incumbencia-le corté secamente.
-Bueno, aún no me has dicho tu nombre, aunque de todas formas sé quien eres.-dijo sonriendo.
-Vanessa Alden.-respondí, sólo por cortesía.
Él paró de correr y yo hice lo mismo, ya estábamos casi en clase.



© Copyright  2010  Laurii. Todos los derechos reservados